08 septiembre 2009

El contratiempo del tiempo


Veo, por las obligadas o voluntarias semidesnudeces o desnudeces que el calor del verano propicia, mujeres de anatomía espectacular pese a superar las cuatro o cinco décadas. Pasean por playas, piscinas y locales de moda como si fueran éstos los puntos donde contrastar el esfuerzo de sus horas de gimnasio, sus pilates y sus siliconas, sus rayos UVA, sus deserciones de la pasta, del pan, de los helados, de las grasas, de las legumbres, del azúcar… como si todo su atractivo se basara en conseguir, pasados los cuarenta, la figura normal a los dieciocho.
Por otro lado, los dieciocho, sería la edad físicamente idónea para procrear aunque no esté de moda hoy aprovecharla. Aún menos que a los 18 conviene procrear después de los 40, por motivos de salud que pueden afectar a madre y descendencia, pero el llamar la atención al otro sexo se hace aún más necesario que de joven. Nadie se plantea que ha de hacerse viejo sino que está dejando de ser joven.
La publicidad, en ese tiempo que ha logrado convertir en indefinido, afina mucho, presentando todo cuando quiere vender como un derecho, casi inalienable, independientemente de si va o no contra natura, porque lo de la natura hace ya tiempo que no interesa y además la publicidad no adula a tan adusto amo, sino a la voluptuosa vanidad. Para algo ha de servir el dinero, porque, si no, seríamos como los animales que no lo necesitan, condenados los pobres a su rígido ciclo vital. Así que, parece que se ha puesto de moda que galanes de sesenta y tantos se empeñen en procrear con damas glamorosas de cuarenta y bastantes y que se haya convertido en un avance, una necesidad, y hasta en un privilegio el ir contra la dichosa natura, que no hace más que dar por saco. Se vende claro, porque, si nos colocan la ilusión de la vida eterna, como no nos van a colocar unos años de prolongada juventud y, por supuesto, la paternidad y maternidad a edades desusadas como una manifestación de que aún no se es mayor, terrible palabra que sepulta la juventud como una losa. Ser joven es una circunstancia pero no envejecer es un logro. Que no se te olvide, muchacho.
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5 comentarios:

Insumisa dijo...

Estás por convencerme de que soy vieja. Una doñita. Que no abuela aun, pero sí, como decía mi tío Mario, una cascarita.
Jajajajaja

Soros dijo...

¿Ah, pero tú no eres de las de los gimnasios y el pilates? Ni imaginármelo podía. Ya te digo.

Insumisa dijo...

Soy mas de caminar. De hecho puedes verme en la foto que colocaste. Soy la doñita de la derecha. ¿Me ves?

Helga F Moreno dijo...

Si que es verdad, parece que estemos compitiendo todos en una contrarreloj contra el tiempo, el envejecimiento, la madurez. Es una esclavitud que la sociedad parece querer imponerte y que casi nadie escapa a su yugo. Y mas en el caso de las mujeres, que parece que tengas doble obligacion de estar siempre perfectas para goze y disfrute de los demas!Si que esta bien cuidarse, pero la vida siempre puede dar muchas vueltas y todas estas personas tan superficiales acaba llegando un momento de no saber que hacer con sus vidas cuando ya el fisico no les vale. ¡Eso si que es triste!Es un rollo tanto culto a la imagen y a la juventud.Te hacen cojer miedo a envejecer porque parece que te vas directo a la nada, al olvido. Yo creo que no sera pàra tanto, se puede aprovechar muy bien la madurez, de hecho yo, si estoy viva y con buena salud cuando llegue tengo pensado hacer un monton de cosas que me llenen!

Soros dijo...

Sí, Luna, todo los que nos puedan vender nos lo venderán. Los preceptos de las viejas religiones están siendo sustituidos por otros no menos rígidos y, sobre todo, lucrativos.
Saludos.