02 octubre 2009

La educación de los niños


Hace muchos años, de pequeños, los niños éramos como los perros. Y no sólo porque ocupábamos diariamente calles y plazas con nuestros gritos y juegos y porque andábamos sueltos y felices como ellos, sino porque cualquiera, de entre los adultos, te podía mandar a un recado, reprender, dar un cachete y hasta un puntapié si se terciaba y, lo que empeoraba aún más las cosas, irle con el cuento de tus fechorías a tu madre o a tu padre.
Sí, también, al igual que los canes, barruntábamos el humor de las personas mayores e intuíamos con instinto infalible lo que de cada cual podía esperarse. Sabíamos con certeza en qué seres anidaba el cariño acogedor, en qué otros el ríspido despego, quién nos tenía aversión o inquina sin motivo o, sin más, los que acumulaban una mala leche sin drenaje posible. Así que, como los perros, teníamos nuestro modo propio de conocer a las personas. Ahora, en esta época, en la que parece que todo se descubre y a las cosas sencillas se les bautiza con nombres rimbombantes y largos, diríamos que en las aldeas, pueblos y ciudades la educación de los niños era, por entonces, ubicua, multilateral, interactiva y coparticipada en partes responsablemente alícuotas por todos los sectores de la comunidad entera y globalmente considerada. Pero, por entonces, aún no se decían estas tonterías y se tenía la sencilla idea de que nos educaban entre todos.

10 comentarios:

isidro dijo...

Acertadísimo simil, si pudiera ser claro... como bien dices.
No estaria mal que algunos niños de ahora recibieran un poco de aquella educación, pues de ser así, no habría tanta delincuencia juvenil.
Sin pasarse... a veces, tanta severidad era buena, lo dice uno que a pesar de haber estudiado solo hasta los 14 años y haciéndo todos los novillos que pude, me apredí de memoria todos los partidos judiciales de España, todos los ríos, los cabos, los golfos (los de antes no los de ahora) en definitiva, toda la geografia del mundo mundial y todo, por la persuasión de un tio con una regla al lado de 1.5 metros de altura casi nada.

saludos SOROS

Soros dijo...

Las calles de antes eran habitables para los niños, no como las de ahora, en casi todas partes y, como andábamos por ahí, la gente te llamaba la atención desde muy pequeño cuando hacías algo mal. Era un modo de acostumbrarte a convivir con los demás desde joven eso de que te educaran entre todos. Ahora parece que los muchachos se educan en menos sitios... y, si alguien les llama la atención, cuidado con los padres. O sea, lo contrario de antes.
Así tendrá que ser, Isidro.
Un saludo.

Paz Zeltia dijo...

pues yo sigo reprendiendo a los niños por la calle jeje, voy a ser una anciana de éstas rosmonas, me encanta. creo que los viejos se han ganado el derecho a regañar, qué coño!
pues sí. cuando los niños van solos les recrimino directamente: oye, por favor!, recoge ése papel que acabas de tirar al suelo ¿no ves una papelera allí mismo?. Y si van con la mamá o el papá, o ambos, recojo yo el papel, voy, y con una sonrisa más falsa que la de judas, le digo al niño, toma cariño, el papel que se te acaba de caer, preguntale a tus papás como se hace con los papeles, si?, hasta lueeeeeego.
es un ejemplo, pero sí, soy muy tocapelotas yo.
tú estás ahí todo sonriente?

Soros dijo...

¿Cómo rosmona? Aclárame eso, por favor.
No te veía en ese papel.
Sí estoy sonriente y nerviosos y creo que con ganas de orinar. Claro que mi hermana, la pobre, cayéndosele las bragas...
Una foto bonita. Además aquel día nos acababan de poner de limpio y de domingo. :-)

Paz Zeltia dijo...

jijiji, sí estais de familia feliz, preciosa foto, y todos tan guapetes.

¿que te aclare lo de rosmona? el significado?
o eso de que yo sea rosmona?
¿no me ves en el papel? ¿por qué? aun no has notado mi puntito macarrilla?
:-)

ay hijo mío yo estoy entrenándome para cuando sea vieja, pienso meterme en las conversaciones de los bancos del parque; en las conversaciones de las esquinas, de las tiendas, de las trastiendas, y decir muy a menudo "tú lo que eres, es un gilipollas", si, si. estoy deseando. (quien va a agredir o insultar a una pobrecita vieja, pequeñita con aire de buena persona?; estaría muy mal visto por los otros oyentes... como mucho dirían "pobriña, la demencia senil, no somos nada", menos el ofendido, que por dentro dirá, "si, sí, puta vieja de los cojones"
ayyyyyyyy

Soros dijo...

De rosmona me gustaría saber ambas cosas. Gracias por anticipado.
¿Macarra? Macarra la Puri, pero tú...
Claro que no te conozco en persona. Y quizás me llevara una sorpresa. :-))

Ángeles dijo...

Me encanta esta reflexión sobre la educación de antes y la de ahora. Qué pena que otros que deberían reflexionar no hagan más que inventar términos idiotas para decir lo obvio pero que parezca muy meditado, muy pedagógico e innovador. Y a la vista están los resultados.
Gracias por el texto.

Soros dijo...

De nada, Ángeles. Pero es que, de veras, era así.

Anónimo dijo...

Ahora a los niños los educa internet. Es ahí donde están. Donde estamos todos, nuestra plaza pública.
No sé si es mejor o peor.

Soros dijo...

Los niños y los perros sólo salen de las casas atados.
No me quiero creer lo de internet, pero seguro que tienes razón.
Gracias, Paloma.