28 marzo 2011

Desfibrilación de palabras

Con el auge de las nuevas profesiones, que ya nos auguraron en el último cuarto del siglo XX, nos encontramos hoy entrevistando a un imprescindible de los nuevos tiempos. Se trata de don Servando Compraflores, desfibrilador de palabras.
-¿Qué es lo peor que usted encuentra en su profesión?
- Sin duda, la grosería. Hoy lo directo, lo evidente, lo falto de tacto, se ha vuelto grosero y mortificador.
- ¿Podría ponernos un ejemplo?
- Es sencillo. Dar de comer al que tiene hambre, proporcionar medicinas, atender roperos, incluso aquellos entrañables rastrillos de antaño que organizaban aristócratas y artistas, ha caído. Hacerlo hoy sería grosero, zafio, casi insultante. Se ha acuñado un nuevo concepto que cuadra mucho mejor con la idiosincrasia de nuestro tiempo. Y, así, de todas las personas que realizan estos menesteres, se dice que trabajan en filantropía.
- Uhala, qué brutalmente atrevido, actual y fascinante.
- Me alegro de que le guste, porque es sólo una pequeña muestra de lo que el lenguaje puede hacer por dignificar nuestras vidas. Y a mí, como desfibrilador de palabras, no me queda otra opción que hacerle patente al mundo este fenómeno rutilante e imprescindible.
-¿Y podría ponernos otros ejemplos?
- Vinculados a las nuevas actividades, hay un sinnúmero de ellos: gestador de opciones, apoyador de eventos, promotor de temas, modulador de tonos orales humanos, operador de cash, bruñidor de carismas, sublimador de lo asequible, pensador de la obviedad, filósofo de la inconsecuencia, magnificador de nimiedades, retomador de lo obliterado, evaluador de imprevistos, potenciador de la insulsez, alterador del discurrir natural de las cosas, customizador de enseres, abstractor de ideas, conductor del desestrés, evidenciador de patetismos, colonizador de lo vacío… podría citarle una larga sucesión, pero tenga en cuenta que todas estas actividades nuevas buscan el aprovechamiento humanitario tanto de desastres evitables como de conductas impropias, que retroalimentan, de alguna manera, economías en grave disensión con la biología activa o pasiva en el planeta.
- ¡Guau! ¡Es, básicamente, realmente divino! ¿Y es tan necesario?
-¿Cómo? Es imprescindible, es el condimento de la vida actual. Se trata de una tarea literalmente moralizante. La moderna desfibrilación de palabras tiene como objetivo inherente la estabilización y el equilibrio de la opinión pública en casos con evidente falta de justificación. ¿Le parece a usted poco?
- Oiga, y lo de limpiador artesanal de estalactitas, higienista bacteriano, esteticista porcino o diseñador de caminos agropecuarios sostenibles, ¿no podrían considerarse nuevas profesiones rompedoras y ennoblecedoras del quehacer humano?
- Ya están catalogadas. No se esfuerce.

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